¿La Comida Dominicana es Sana?
Nuestra comida es sana, pero el problema radica en:
- La cantidad de grasas, azúcares y sal que añadimos.
- La proporción en las cuales distribuimos los macronutrientes (son los nutrientes que aportan calorías o energía).
- El uso de algunas técnicas no favorables.
- La cantidad de sazones artificiales o procesados que añadimos.
Si analizamos un plato tradicional, como lo es la bandera dominicana, compuesta por arroz (carbohidratos), habichuelas (carbohidratos y proteínas), carne (proteínas) y ocasionalmente acompañada de un poco de ensalada y/o vegetales, aguacate y/o plátanos fritos. Estos dos últimos junto con la grasa que añadimos, permiten que nuestra comida contenga los tres macronutrientes lo cual es positivo. Sin embargo, cuando consideramos las recomendaciones actuales para una alimentación saludable, este plato contiene:
- a) Demasiados carbohidratos con almidón: una montaña de arroz, rara vez es arroz integral y en proporción una escasa cantidad de ensalada y/o vegetales.
- b) Mucha grasa añadida: a veces el arroz después de cocido le añadimos un cucharon de aceite, vertido directamente desde el envase sin tener un control de la cantidad añadida.
- c) Algunas técnicas culinarias no favorables: como la de quemar el azúcar para guisar la carne, debido a que esto produce un proceso de transformación química denominado glicación de proteínas, que no es beneficioso para la salud. Además, freímos muchos alimentos, lo cual incrementa de manera importante su aporte calórico, ejemplo: 1 frito de plátano tiene aproximadamente 68 calorías (habitualmente nos comemos unos 5-10 como mínimo, que corresponden a 340-680 kcal.), mientras que un plátano entero de tamaño medio hervido tiene 105 calorías, es una diferencia muy importante y a pesar de que ocasionalmente podemos ingerir alimentos fritos, en nuestro país es muy habitual.
- d) Para la preparación solemos usar una gran cantidad de sazones no naturales que entre otros compuestos contienen un gran contenido de sodio, el principal factor de riesgo modificable para padecer hipertensión arterial. Además, en muchos hogares el salero está en la mesa, lo que motiva a añadir sal.
- e) Gran cantidad de azúcar: como postre solemos tomar habitualmente dulces y en vez de agua, tomamos jugos azucarados.
Las recomendaciones actuales para tener una alimentación saludable son las siguientes:
Podemos seguir disfrutando de este ícono gastronómico dominicano, distribuyendo mejor los macronutrientes, consumiendo menos arroz y más ensalada o vegetales, cambiando algunas técnicas culinarias de preparación como hornear los plátanos maduros en vez de freírlos o guisar el pollo sin quemar el azúcar, midiendo la cantidad de aceite que añadimos con una cuchara para tener un mejor control en vez de verterlo directamente desde el recipiente, retirando el salero de la mesa, evitando el uso de productos artificiales o procesados para dar sabor y sustituyendo el dulce del postre por una fruta.
La razón para realizar estos cambios es que la alimentación desequilibrada está relacionada con la aparición de las enfermedades crónicas no transmisibles más prevalentes, como son: la obesidad, diabetes, cáncer, dislipemia y cardiopatías.
Actualmente, en República Dominicana la prevalencia de obesidad en el año 2016, según los datos de la OMS fue de 17.6% en los hombres y de 28.4% en las mujeres y las proyecciones del NCD Risk Factor Collaboration para el año 2025 son que la prevalencia de obesidad en hombres sea de 32.4% y en mujeres de 43.6%. En el 2010 la prevalencia de diabetes fue de 7.8% en hombres y 10.6% en mujeres y la proyección estimada para el año 2025 es de 11.8% en hombres y 16.7% en mujeres. En el 2013 según la encuesta ENDESA se diagnostican 3,461 casos nuevos de cáncer cada año. En el 2011, según el estudio Efricard, el 34.7% de la población dominicana padece de hipertensión arterial y el 20.6% tenía un colesterol total por encima de 200mg/dl. Además, el35% de las muertes en la República Dominicana son atribuibles a enfermedades cardiovasculares.
Estas cifras representan un alto gasto sanitario y una disminución de la calidad de vida de la población; esto implica la necesidad de transformar nuestros hábitos y encaminarnos a la adquisición y mantenimiento de hábitos más saludables.
Berniza Calderón, MD, Ph.D
Especialista en Endocrinología y Nutrición
Doctorado en Obesidad